Poner fin a la violencia en la escuela (Informe UNESCO, 2009)

El informe de la UNESCO elabora una guía para que los docentes puedan acabar con las expresiones de violencia en los centros educativos. A partir de una amplia gama de expertos, educadores e instituciones, se presenta una importante herramienta de prevención y eliminación de agresiones en las escuelas.

Poner fin a la violencia en la escuela: ese es el objetivo que se ha propuesta la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su informe, redactado a modo de guía para el cuerpo docente y publicado oportunamente en el vigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño.

En esta guía, la organización ha concentrado las aportaciones de expertos, educadores e instituciones competentes para contribuir a un fin común, que es un futuro donde toda expresión de acoso quede erradicada de las escuelas.

Es innegable que los docentes tienen una importante labor de educación para los alumnos. Esta no solo debe involucrar la transmisión de conocimientos, sino –como bien apunta el informe– también una formación emocional esencial para un correcto desarrollo personal y social del alumno. Los maestros son figuras que pueden propiciar un cambio en los estudiantes, a partir de la inculcación de modelos de comportamiento positivos, construidos desde la empatía y la resolución pacífica de conflictos. Solo de esta manera, se puede iniciar un cambio para prevenir la violencia.

Este tipo de actitudes violentas pueden tener graves consecuencias en el futuro de las víctimas a lo largo de sus vidas e, irremediablemente, también en la sociedad de forma colateral. Es por eso, que la UNESCO busca proporcionar una especie de itinerario que ayude a la consecución de un espacio de convivencia en el que los educadores desempeñan un papel fundamental, pero donde la ayuda y la colaboración de todos los miembros de la comunidad educativa –también las familias– es crucial.

En el presente informe, se plantean las diversas formas de violencia que pueden darse en los centros escolares y las divide en cuatro grupos generales.  

  • El castigo físico y psicológico busca causar dolor o malestar, en cualquier grado, a otra persona a través de actitudes como dar puntapiés, empujones, obligarlos a hacer determinadas cosas contra su voluntad o pegarles, entre otras.
  • El acoso se produce cuando una persona es objetivo directo de agresiones intencionadas hacia su persona, durante repetidas ocasiones a lo largo del tiempo, tanto físicamente, verbalmente como psicológicamente. Esta forma de violencia es una demostración de un desequilibrio de poder que se puede expresar tanto directamente como indirectamente y se puede extender al ámbito digital.
  • La violencia sexual o por razones de género también puede adoptarse de forma psicológica, física y/o sexual, imponiendo y perpetuando desequilibrios de poder entre los sexos y reforzando las desigualdades entre hombres y mujeres y sus respectivos estereotipos. Este tipo de violencia es la que menos visibilidad tiene entre los estudiantes, por la vacilación de las víctimas a denunciar por miedo.
  • La violencia externa es aquella que, iniciándose fuera del medio escolar –debido a choques entre bandas, conflictos políticos, casos de violencia doméstica…–, puede tener repercusiones y reproducirse dentro del centro.

Tras esta presentación de las distintas formas de violencia que pueden existir, se inicia la parte más instructiva del informe donde se establecen diez esferas de acción para ponerle fin:

  1. Involucrar a todo el cuerpo docente –los estudiantes, el personal de la escuela, los padres de familia y la comunidad–, trabajar conjuntamente en planes de acción y el análisis de factores de riesgo y abogar por un tratamiento individual de cada uno de los casos que se puedan dar.
  2. Lograr implicar a los estudiantes en la prevención de la violencia a partir de planes educativos que integren una educación emocional y la resolución pacífica y asertiva de los conflictos, construida en base a los derechos humanos.
  3. Utilizar técnicas y métodos constructivos y positivos que no aboguen por medidas punitivas.
  4. Trabajar activamente y resolutivamente para poner fin al acoso mediante una definición común que delimite este problema, la aplicación sistemática de sanciones en casos de agresión, la ayuda a las víctimas, la concienciación conjunta y el reconocimiento de las acciones que ayuden a las víctimas o permitan reducir los riesgos.
  5. Fomentar la capacidad adaptativa de los estudiantes y ayudarlos frente a los problemas cotidianos de forma constructiva.
  6. Ser un modelo de conducta positivo que rompa el silencio frente a las injusticias y las denuncie para mejorar la concienciación y la convivencia.
  7. Promover mecanismos de seguridad escolar.
  8. Facilitar espacios seguros para que los estudiantes se puedan acoger a ellos en caso de necesidad.
  9. Formar a la comunidad educativa y experimentar con las mejores técnicas de mediación para generar actitudes que prevengan de la violencia o sepan lidiar positivamente con los conflictos.
  10. Reconocer la violencia y la discriminación contra estudiantes en situaciones de riesgo a partir de evitar todo tipo de prejuicios y, sobre todo, haciendo comprender al resto de compañeros sobre las distintas posiciones coexistentes.

Juntamente a estas líneas de actuación, se acompañan de una serie de actividades escolares que los docentes pueden introducir de forma complementaria entre sus alumnos. Todo esto con el fin de ayudarles a generar relaciones positivas y armoniosas entre ellos y hacia sus profesores.

 

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