Tras la visita de PDA a Bruno, el musical que lo cambió todo y la publicación de nuestra noticia sobre la obra, seguimos tejiendo redes con el mundo del teatro y nos encontramos con Mamen Mengó y Víctor Lucas, directores de la obra producida por Off Artes Escénicas, entidad adherida a la plataforma PDA. Profundizamos en los dos años y medio de trabajo que traen como resultado esta obra de 2 horas de duración que aborda el tema del bullying y el suicidio.
Tras la visita de PDA a Bruno, el musical que lo cambió todo y la publicación de nuestra noticia sobre la obra, seguimos tejiendo redes con el mundo del teatro y nos encontramos con los directores de la obra, Mamen Mengó y Victor Lucas, parte del equipo de Off Artes Escénicas, entidad adherida a la plataforma PDA Bullying.
Nuestra entrevista dura casi dos horas y abordamos muchos temas transversales a la obra, con un foco especial a la necesidad de cambiar la mirada hacia el bullying de manera que podamos cuestionar muchas de las creencias todavía presentes a día de hoy y que ralentizan o complican un abordaje integral del mismo. Es importante garantizar un proceso de reparación y restauración del bienestar libre de violencia y exclusión.
Su sensibilidad hacia la temática no es solo el resultado de dos años y medio de investigación y estudio, sino que han sabido aprovechar experiencias personales para poder dotar del máximo realismo y humanismo la obra, logrando encontrar el balance perfecto entre el drama y la comedia. No hay tapujos en hablar sobre qué se les remueve a nivel personal con estas historias, y no debería, porque justo el musical de Bruno va de eso, de no quedarse callados. Ya nos mostraron personajes como los de Martín y Bruno que, aunque la vivencia del acoso nos puede parecer algo muy íntimo, es un fenómeno grupal y extendido a muchas otras partes del mundo, por lo que lejos de ser un asunto privado, es un problema público de primer orden.
Además de reflexionar sobre la historia de Bruno y los mensajes de la obra, contrastamos el contenido con las fases del protocolo de PDA y el código de buenas prácticas, e indagamos en posibles colaboraciones futuras en que podamos seguir alimentando las sinergias de PDA con el mundo del teatro como recurso estrella para la sensibilización sobre el bullying. Os dejamos con algunas de las preguntas de la entrevista:
¡Si! Supimos que queríamos reflejar todas las fases del abordaje, aunque no en orden y no necesariamente con las respuestas óptimas, porque el musical de Bruno viene a contar la historia sobre qué pasa cuando no se responde adecuadamente ante el acoso. La historia empieza con la detección, más o menos acertada por parte de los personajes, y que pone de relieve los claros indicadores de que algo pasa con Bruno. Una vez todo se destapa y llegan los momentos más difíciles, se buscan maneras de dar respuesta con la actuación y finalmente, surge la propuesta de prevenir más casos usando el teatro como herramienta para la sensibilización.
Hay muchos estereotipos sobre cómo es el rol de víctima, o de agresor… queríamos romper con eso porque estas creencias dificultan la detección y contribuyen al sufrimiento, empujando a los personajes a vivir el acoso en silencio. No podemos dar nada por sentado.
¡Teníamos tantas cosas que contar que tuvimos que ir recortando! En ese proceso, lo que más nos ocupaba era encontrar el equilibrio entre dos factores: por una parte, que todos los roles tuviesen una historia que contar y que el público fuese capaz de conectar con la vivencia de malestar de cada uno de ellos; por otra parte, sabemos que la esencia de la historia es un drama y hay que respetarlo, pero la vida también trae momentos de alegría y queríamos que la comedia también estuviese presente para poder aligerar la carga y ayudar a los espectadores a conectar con todo lo que somos: sonrisas y lágrimas. Otro reto es poder acompañar la construcción de los personajes desde la parte más personal de cada actor y actriz: la historia de Bruno toca heridas personales y hemos intentado aprovechar eso al máximo para poder contar la historia desde un lugar profundamente sentido y reparador a la vez. Nos hemos cuidado mucho como equipo.
Bruno no es siempre una víctima y Pablo tampoco es siempre un agresor. El personaje dramático de Martin tiene magia y humor a pesar de sufrir acoso. Por eso no les podemos encasillar con una etiqueta y por eso hablamos de rol. Podemos ser todos en cualquier momento. Si no lo hacemos así, la detección se hace muy difícil, como por ejemplo para la madre y el padre de Bruno, que a pesar de parecer un modelo perfecto de familia, es incapaz de reconocer los indicios del maltrato que sufre su hijo porque están cegados con su éxito académico. Nuestro mensaje es que se puede cambiar, siempre hay una manera, siempre se puede hacer algo.
La visibilidad que damos desde el mundo del teatro es esencial para tocar la vivencia emocional de las personas y motivar un cambio sentido. Los centros educativos pueden usar esto como recurso y al mismo tiempo, creemos que las instituciones les deben seguir apoyando para que puedan hacer un potente trabajo de educación emocional. De modo más general, el cambio de mirada debe estar en la no criminalización del rol de agresor/a y poder acercar posiciones para atender el malestar subyacente de cada uno de los personajes. Sentirlo, hablarlo, cambiarlo.
En octubre volvemos, tenemos pases en Alicante y Castellón y en noviembre volvemos a la sala Off. Tanto para público general como para institutos, y esta vez traemos la producción también en valenciano.* Además, estamos trabajando en una unidad didáctica que pueda ser una herramienta de transferencia después de la obra para el alumnado de institutos, y también queremos ver como complementar con información esencial a los y las espectadoras que vengan como público general. La sensación la mayoría de personas al salir de la sala es “tengo que hacer algo”: queremos poder acompañar con herramientas prácticas este deseo.
¿Habéis tenido la oportunidad de recibir algún feedback por parte del público?
Cada pase era una experiencia distinta. Muchas veces podíamos reconocer por qué emociones transitaba el público… hay quien se ha visto reflejado/a en el rol de agresor/a y se ha encogido en su butaca durante las escenas de maltrato, pero luego ha venido a darnos las gracias porque se había dado cuenta del dolor que había infligido a otros. Por otra parte, estaban las personas que se sentían rápidamente identificadas con Bruno o Martín y pañuelo en mano, iban secando sus lágrimas. Estas también nos transmitieron sus gracias: gracias por haber dado voz a una historia que también era la suya. Aunque puede que unas personas se sintieran más identificadas con un rol que con otro, la realidad es que el musical permite empatizar con los tres roles, incluido el del espectador/a. Este era nuestro objetivo, porque los roles cambian y todos podemos estar en todos. Bruno también ha sido retador para algunas personas que tienen resistencia a incluir a la persona en rol de agresor en los procesos de reparación y restauración del bienestar. La historia muestra claramente como, a pesar de todo, los compañeros y compañeras de Pablo le dan la mano para que puedan trabajar juntos y prevenir más casos de violencia. Hay espectadores que todavía tienen mucho dolor y ven la exclusión y las medidas punitivas como única respuesta posible… Bruno viene a desafiar esta idea. Parar la violencia necesita de otra mirada y nosotras nos sentimos orgullosas de poder sumar con este mensaje y esta actitud: hace falta valor en la cima del mundo. Sabemos que, para muchas personas, entrar a ver Bruno, el musical que lo cambió todo ha sido un antes y un después en su mirada hacia el acoso escolar.
* Esperamos que con la colaboración Off Producciones – PDA la obra Bruno pueda llegar también a Barcelona a finales de 2023.