"Ondas gravitacionales" es una obra teatral escrita y dirigida por Sergio Villanueva, de 60 minutos de duración, protagonizada por José Olmos y Vicente Gil, que versa sobre el daño que puede llegar a ocasionar el acoso escolar, en tono de humor absurdo. Una producción de Separatta Teatre estrenada en el Teatro Talia (Valencia) y representada en la Sala Mirador (Madrid) y en el Teatro Patraix (Valencia), con la colaboración del Instituto Valenciano de Cultura y Producciones Emergentes.
Información sobre la obra "Ondas gravitacionales"
Sinopsis:
Quique, un joven estudiante no ha entregado a tiempo la documentación para su ingreso en la Universidad. Pero tiene una última oportunidad, ya que su padre, el Presidente del Gobierno, conoce desde el colegio a Pedro Suñer, uno de los profesores más valorados de la misma Facultad en la que se quiere matricular su hijo. Estudiante y profesor han quedado en verse allí mismo, en la Universidad, para entregar la documentación y evaluar si se puede ingresar al alumno fuera de los cauces convencionales. El estudiante resulta ser una réplica exacta del Presidente, cuando este abusaba de Pedro Suñer en el colegio. Lo cual le hará pensar al profesor que quizás ese encuentro responde a un motivo bien distinto: saldar una vieja cuenta, según la lógica gravitacional y cuántica.
Ondas gravitacionales cuenta la historia de un joven que llega tarde al plazo de inscripción del grado universitario de física. Su padre, al conocer a uno de los profesores con mayor reputación de dicha universidad, intenta que su hijo no se quede sin plaza. El profesor, al darse cuenta de que el protagonista es el hijo de quien durante tantos años le acosó, se halla en el siguiente dilema: aceptar al hijo en la universidad o, por el contrario, vengarse por lo que le hizo su padre a lo largo de su etapa escolar.
Esta comedia se basa en una historia real y, a la vez, según Sergio Villanueva, “es un reflejo de cómo todos estamos conectados por algo que nos arrastra”. Ha querido tratar este tema “con toda la naturalidad del mundo”. Dice que viene de una generación que ha vivido el bullying como algo totalmente normalizado, nada condenado: “La vida en los colegios era una jungla. Todos, en mayor o menos medida, hemos sido unos salvajes, los unos con los otros. Con esta obra invito a reflexionar sobre el hecho de que todo el mundo, ya sea de forma directa o indirecta, ha sido alguna vez partícipe del bullying, viéndolo sin inmutarse o haciéndolo. Personalmente, nunca hice bullying de manera activa, ni lo recibí, pero como cualquier otro niño, me he reído. Era lo normal, y es algo que puede afectar enormemente a la evolución de un adulto”.
El director aporta su granito de arena con “la herramienta del teatro, con la trampa de que el público venga con la intención de reírse y salga con este tipo de reflexiones en la cabeza. El teatro, en este sentido, es sanador”.
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