“Evaluación de la violencia escolar en educación infantil y primaria”, una tesis doctoral de Natalia Albaladejo

Tesis doctoral escrita por Natalia Albaladejo en 2011 para la Universidad de Alicante donde evalúa la violencia entre alumnos en los primeros años de escolarización: las etapas de Educación Infantil y Primaria.

La tesis doctoral de Natalia Albaladejo para la Universidad de Alicante presenta, como su nombre indica, una aproximación a la violencia que experimentan los niños durante las etapas de Educación Infantil y Primaria

Tradicionalmente, los estudios enfocados en la violencia escolar se han centrado en los últimos ciclos de Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria, ya que es allí donde se manifiesta de forma más visible la perpetuación de conductas que pueden causar conflictos en el desarrollo personal del alumno. Es por ello que, estudiando los primeros años de escolarización, Albaladejo pretende entender las bases del problema y, además, desarrollar un mecanismo de intervención efectivo para disminuir la violencia desde la infancia. Para obtener sus resultados, utiliza un cuestionario de evaluación de la violencia escolar en Educación Infantil y Primaria (CEVEIP) con el que analiza el nivel de agresividad apreciable en los primeros años de escolarización desde tres perspectivas diferentes: la violencia observada, la violencia vivida y la violencia realizada. 

Para entender el contexto de la investigación, la autora expone las principales teorías, modelos y perspectivas que se han centrado en encontrar el origen de la conducta violenta, así como en la adquisición y desarrollo de factores cognitivos para prevenirla. De esta manera, a pesar de estudiar teorías activas e innatistas o teorías del aprendizaje social entre otras, aclara que para la realización de su estudio se ha basado en el modelo ecológico y en la perspectiva evolutiva, ya que, considera, son las más apropiadas a la hora de abordar el comportamiento violento en las escuelas. Estas consideran que hay diferentes factores que pueden influir en el desarrollo de un niño y se deben tener en cuenta a la hora de entender las particularidades de cada caso.

Siguiendo con su explicación y utilizando las investigaciones de otros autores, Albaladejo establece una distinción entre tres agentes implicados en una situación de violencia escolar, haciendo un análisis detallado de cada uno de estos perfiles y proporcionando características generales que pueden ayudar a identificarlos. 
Los agresores, en primer lugar, se caracterizan por mostrar un nivel elevado de agresividad tanto física como verbal. Su fuerza física es la herramienta que utilizan para dominar a sus compañeros y tienen una mayor necesidad de protagonismo que el resto. 

En cuanto a las víctimas, se hace una distinción entre víctimas pasivas o agresivas. Las primeras son las que sufren agresiones sin agredir a otros, siendo generalmente inseguros, tímidos y pudiendo presentar ansiedad. Las víctimas agresivas son aquellas que, a pesar de sufrir agresiones, también utilizan la violencia contra otras víctimas. Estos estudiantes suelen ser agresivos y no cuentan con demasiada popularidad entre sus compañeros. 

La autora también trata los factores de riesgo que pueden llevar a un niño a ser víctima o agresor, dando mucha importancia al tipo de educación que ha recibido, al grado de afectividad o incluso a factores de riesgo social y cultural como elementos influyentes. 

El papel de observador, por último, describe a los niños que no se consideran ni víctimas ni agresores. Observan sin intervenir y a menudo tampoco se lo comunican a ningún adulto, a pesar de que también se puede dar el caso de que el observador se una a las agresiones o, por contra, defienda a la víctima impidiendo el ataque. 

La intervención del adulto, en cualquier caso, es clave para hacer frente a la violencia vivida en la escuela, ya que tratar el tema tanto desde el núcleo familiar como desde la escuela, hace que la violencia escolar se reduzca no solo en los primeros años de escolarización sino también durante el resto de etapas educativas del niño.  

Muchas escuelas, en el ámbito nacional e internacional, ya tienen incorporados planes de intervención elaborados por expertos y protocolos de actuación para acabar con los casos de violencia escolar. Albaladejo elabora un análisis por países de estos programas de intervención, llegando a la conclusión de que la probabilidad de éxito es todavía mayor si la intervención se realiza desde una perspectiva integral (afectando a la globalidad de la escuela) y no como tema tratado en el aula, sea mediante tutorías o charlas informativas sobre el tema. Según expone, mientras las primeras son las que habitualmente ayudan más a reducir los niveles de bullying y victimización, las intervenciones a un solo nivel raramente tienen un impacto significativo en el alumno. 

Por otra parte, también detecta diferencias entre la forma de violencia escolar presente en alumnos de menor edad y los resultados de investigaciones previas centradas en estudiantes de edad más avanzada. La autora observa que en alumnos de menor edad, las formas de violencia más habituales son directas: insultar y pegar a la víctima antes que ejercer violencia indirecta, como ignorar a la víctima o criticarla a sus espaldas. La investigación explica que esto sucede porque los alumnos implicados todavía no han adquirido todas las habilidades sociales que los adultos han desarrollado, y por lo tanto utilizan la violencia como forma de expresarse. 

Para concluir su investigación, insiste en que la idea de que la forma más efectiva de prevenir y por lo tanto erradicar los problemas de violencia escolar, es haciendo una intervención conjunta donde profesorado y familia colaboren para evitar conductas agresivas en los niños. A pesar de que la violencia en estas edades se manifiesta con poca intensidad, sigue estando presente en algún grado, especialmente en el recreo donde no cuentan con una supervisión adulta directa. La solución que propone la autora a este problema es dirigir el foco de atención hacia la concienciación y formación de los adultos, haciendo crecer así la sensibilización sobre el tema. 

Centrándose en la prevención y resolución de la violencia en alumnos de menor edad, defiende, se evitará que los conflictos evolucionen en problemas emocionales o que afecten a su rendimiento escolar. 

Con esta idea, Natalia Albaladejo cierra una investigación destinada a analizar el nivel de violencia entre niños y niñas en sus primeros años de escolarización para elaborar un plan de intervención efectivo con el que ponerle fin. 

 

  

Natalia Albaladejo Blázquez 

@ua_universidad 

 

Universidad de Alicante