Declaración por el Bienestar Emocional (Diputación de Barcelona)

Finalmente, la Declaración por el Bienestar Emocional es una iniciativa que invita los municipios a adherirse a un compromiso colectivo para fomentar el bienestar emocional de la ciudadanía, reconociéndolo como un derecho fundamental y un objetivo común.

 

Firmar la declaración por el bienestar emocional

La pandemia de la COVID-19 ha impactado todas las sociedades y ha significado un desafío sin precedentes para la salud y el bienestar globales. La incertidumbre, el aislamiento, la educación a distancia, el deterioro de las condiciones sociales y económicas, además del impacto sanitario a causa de la enfermedad, ha acentuado el impacto en el bienestar emocional y la salud mental de todas las personas.

Las necesidades de atención al bienestar emocional no son nuevas, y esta pandemia no solo ha aumentado coyunturalmente las necesidades en este aspecto, sino que podría tener consecuencias a medio y largo plazo, como alertan organismos como UNICEF.

Por lo tanto, todas las administraciones y agentes de la sociedad tenemos la responsabilidad de promover el bienestar emocional, entendido como un estado positivo de emociones, de autoestima y de resiliencia, que conduce a la autorrealización, la autoeficacia y a desarrollar comportamientos que promueven la salud. Desde los entes locales, como administración más próxima a la ciudadanía, es conveniente centrar la atención sobre las acciones de promoción que se puedan poner en marcha desde el ámbito comunitario. En este sentido, hay que fomentar que todos los espacios municipales, - sociales, culturales, educativos, deportivos, convivenciales, de salud o de atención sanitaria-, integren la promoción del bienestar emocional a través de la educación emocional como proceso socioeducativo con el objetivo de desarrollar las competencias emocionales.

Las competencias emocionales contribuyen, en sentido amplio, a la prevención de trastornos emocionales y comportamientos considerados de riesgo (como por ejemplo la ansiedad, el estrés, la depresión, la violencia, las adicciones, los suicidios, etc.) y a la mejora de la autoestima, la empoderament, la empatía, la convivencia, el rendimiento y el bienestar, entre otros muchos aspectos. A la vez, el trabajo por las competencias emocionales tiene que ser consciente de los determinantes sociales sobre la salud y la salud mental, de forma que es indispensable adoptar la perspectiva de género, y abordar las situaciones de desigualdad estructural que generan situaciones de mayor riesgo para la salud mental entre las mujeres, así como un enfoque interseccional que tenga en cuenta las situaciones de desigualdad social y económica que inciden directamente en las oportunidades de promoción del bienestar emocional y que tienen efectos en la salud mental.

Así mismo, es importante adoptar la perspectiva de ciclo de vida, de forma que la promoción de competencias emocionales tiene que ir dirigida a toda la población y a lo largo de toda la vida. Es importante iniciarla desde las primeras etapas, cuando se adquieren las competencias personales, y dónde también encontramos riesgos para la salud mental, que se han visto todavía más acentuados a raíz de la pandemia. Así, según un estudio del departamento de Salud y Educación de la Generalitat de Cataluña, el 40% de estudiantes de 10 a 18 años encuestados a rma que la pandemia los generó miedo, tristeza, ira o rabia y un 13% dicen que todavía hoy se sienten tristes y tienen rabia. La demanda de ayuda por trastornos de conducta alimentaria se ha triplicado y el número de menores con intentos de suicidio se ha cuadruplicado. Según datos de UNICEF, se calcula que 1 de cada 7 jóvenes al mundo tiene algún tipo de trastorno mental.

Es importante, también, tener en cuenta el papel de los y las profesionales que trabajan con las personas, como agentes que tienen que poder desarrollar, además de las competencias tecnicoprofessionals propias de cada profesión, otros de genéricas y transversales comunes, donde las competencias sociales y emocionales son un elemento indispensable.

De hecho, este enfoque amplio de la profesionalización, mencionado en el informe Delors a la UNESCO y en la Comisión Europea, ha sido defendido también por instituciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud), la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la BASURA (Foro Económico Mundial) y otras muchas organizaciones internacionales y estatales.

Considerando todos estos elementos, por la presente declaración, proponemos:

1. Impulsar desde el conjunto de administraciones públicas, y en concreto desde los entes locales en el ámbito comunitario, acciones de promoción del bienestar emocional que fomenten las competencias emocionales de las personas e incidan en la prevención de problemáticas de salud mental.
2. Crear entornos socioeducativos orientados al desarrollo de competencias emocionales y al fomento de actitudes de respeto y cooperación que faciliten la convivencia y el bienestar.
3. Trabajar de forma específica, - en espacios sociales, educativos, socioeducativos y comunitarios, de salud o de atención sanitaria-, la promoción del bienestar emocional en la infancia y la adolescencia como etapa vital en que se desarrollan las competencias personales e incidiendo en los elementos de riesgo de caracterizan estos momentos de transición vital. También hay que proporcionar formación continua a las unidades familiares en educación emocional, para crear un clima favorable al bienestar emocional a los hogares y en la socialización de los niños, adolescentes y jóvenes. A la vez, hay que tener en cuenta las necesidades específicas otros periodos como el envejecimiento en que el aislamiento, el estado de salud o de dependencia, o las situaciones de soledad pueden llevar a riesgos para el bienestar emocional.
4. Garantizar la formación en educación emocional de profesionales del ámbito social, educativo, de salud y socioeducativo, desde una perspectiva de género e interseccional. Esto comporta su inclusión en los planes de estudio de las universidades implicadas en la formación de estos profesionales, así como en las propuestas de formación continua de todas las administraciones y entidades.
5. Crear espacios de trabajo en red publicocomunitaris en que se articulen las acciones de las administraciones públicas con las de las entidades sociales y los espacios de apoyo mutuo y de cooperación comunitaria para promover una mayor eficacia y complementariedad en las acciones de promoción del bienestar emocional.
6. Garantizar la accesibilidad universal a la promoción del bienestar emocional y a la adquisición de competencias emocionales, teniendo en cuenta las situaciones de desigualdad y evitando que nadie quede excluido.
7. Desarrollar una cultura de paz y no violencia, donde las competencias emocionales de conciencia y regulación emocional, así como las competencias sociales y las emociones morales, y la defensa de los derechos universales y la justicia social, sean factores clave en la promoción de la convivencia, así como en el abordaje del acoso y la violencia en el entorno escolar, la violencia machista, y toda manifestación de discriminación y violencia en cualquier espacio de la sociedad.
8. Fomentar el reconocimiento, la dignificación y la corresponsabilidad en las curas, y la promoción de unos usos del tiempos corresponsables, que equilibren las diferentes esferas de la vida evitando situaciones de pobreza de tiempo, y que garanticen el derecho al tiempo, como elemento esencial para la autorrealización, el autocuidado, la salud y la participación social. Entendemos que son elementos esenciales para la sostenibilidad de la vida y la sostenibilidad social que inciden directamente en el bienestar de todas las personas, y especialmente en la salud emocional de aquellas que necesitan o proporcionan curas.
9. Promover la investigación en bienestar emocional por parte de las universidades, centros de investigación, organizaciones internacionales, administraciones públicas, - también entre ellas las administraciones locales- , para divisar las mejores estrategias para su efectiva puesta en práctica y para que sirva de apoyo en la toma de decisiones sobre políticas sociales.
10. Implicar en los gobiernos, en los diferentes niveles de la administración pública, y las organizaciones internacionales y entidades sociales para que, en el ejercicio de sus competencias o ámbito de actuación, adopten las medidas oportunas (legislativas, económicas, sociales o educativas, de salud pública) para garantizar el derecho de cualquier persona a la promoción del bienestar emocional. Y que el acceso a estas medidas sea gratuito y al alcance de toda la ciudadanía.


Con vocación de compromiso y con la voluntad de hacer llegar esta declaración a los organismos competentes en materia social y educativa, de salud o de atención sanitaria, y a entidades de estos ámbitos, las organizaciones promotoras desde el ámbito local y social de la provincia de Barcelona, pedimos el apoyo a esta declaración, y manifestamos nuestro compromiso con los 10 puntos mencionados, con la adhesión personal o institucional.



Barcelona, 24 de marzo de 2023